
Desde los sacerdotes con los que hemos contado para administrar el sacramento de la penitencia en el interior de la iglesia, gratamente
impresionados con la riqueza de la espiritualidad reinante, hasta muchos de los
fieles presentes en las calles Santa María, Honda, Bizcocheros y, sobre todo,
Caracuel. Lugares que se han convertido en emblemáticos para nosotros y en
los que nuestra cofradía brilla con luz propia ante los ojos de cuantos devotos
miran llenos de emoción a Nuestras Sagradas Imágenes Titulares. Hemos
dado a Jerez la respuesta que de nosotros espera desde hace ya tantos años: el
contundente testimonio del Silencio Blanco que proviene de la Plaza Esteve:
filas de nazarenos hieráticos embelesados en la contemplación de los Misterios
de la Redención. Sabedores que la salvación de muchos depende de nuestras
oraciones y voluntarios sacrificios, como bien dejó escrito el Santo Papa Pío
XII, que ocupaba la Cátedra de Pedro en los años de nuestra feliz
reorganización.
Cada vez son más los devotos que tras seguir al Señor de la Vía-Crucis, desean relacionarse con la realidad de nuestra corporación; cada vez son más los monaguillos niños que se suman a nuestras filas movidos por la evidencia de la fe de sus padres; cada vez son más los que nos buscan en la profundidad de nuestro silencio, que habla mucho más que el ruido que pueda hallarse en el exterior; cada vez son más los costaleros que desean pertenecer a nuestras cuadrillas para poder acariciar siquiera lo que siente nuestro cuerpo de nazarenos; cada vez son más los que se contagian de la evidencia de nuestro testimonio.
Desde la Junta de Señores Oficiales y la Diputación Mayor de Gobierno agradecemos de corazón vuestra fidelidad a nuestra esencia y vuestro comportamiento que sigue impresionando a propios y extraños porque demuestra a todas luces la autenticidad de lo que vivimos: un amor inconmensurable al Señor de la Vía-Crucis y a nuestra Madre de la Esperanza.
Cada vez son más los devotos que tras seguir al Señor de la Vía-Crucis, desean relacionarse con la realidad de nuestra corporación; cada vez son más los monaguillos niños que se suman a nuestras filas movidos por la evidencia de la fe de sus padres; cada vez son más los que nos buscan en la profundidad de nuestro silencio, que habla mucho más que el ruido que pueda hallarse en el exterior; cada vez son más los costaleros que desean pertenecer a nuestras cuadrillas para poder acariciar siquiera lo que siente nuestro cuerpo de nazarenos; cada vez son más los que se contagian de la evidencia de nuestro testimonio.
Desde la Junta de Señores Oficiales y la Diputación Mayor de Gobierno agradecemos de corazón vuestra fidelidad a nuestra esencia y vuestro comportamiento que sigue impresionando a propios y extraños porque demuestra a todas luces la autenticidad de lo que vivimos: un amor inconmensurable al Señor de la Vía-Crucis y a nuestra Madre de la Esperanza.
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