La hermandad inicia los tres días de regreso a la ciudad

El relato del regreso, que para la hermandad se inició ayer por la mañana, se encauza por los momentos acostumbrados. Sobre las diez de la mañana la comitiva pasó ante el santuario para despedirse de la Virgen y pedirle una feliz vuelta a casa. A continuación se salió de la aldea para entrar de nuevo en el paso de la Canaliega y empezar a hacer el camino de regreso por los mismos senderos que llevaron a la hermandad hasta el Rocío.


La mañana amaneció despejada, con un fuerte calor sólo aliviado por una ligera brisa, compañeras de los romeros en los primeros tramos del camino, lo más penosos y temidos al tener como escenario la larga raya que desemboca en el Palacio de Doñana, a donde se llegó pasadas las dos de la tarde.

Hubo un incidente que sólo se quedó en un susto. Un romero jerezano sufrió un accidente sin importancia mientras dirigía la salida del tractor con remolque de la casa de su peña. Más tarde se incorporó a la comitiva. También hubo una anécdota protagonizada por un caballo que se escapó y llevó media hora en hacerse con él de nuevo.

Al margen de esto, la tranquilidad fue la tónica reinante en una caravana muy mermada en número de participantes, especialmente en la sección de la tracción mecánica. Los pocos que hacen la vuelta prefirieron ahorrarse el paso lento y cansino de los carros pasando por la raya y los cortafuegos, seliendo de la aldea más tarde y encontrarse con la comitiva en la Laguna del Sopetón, donde se llevó a cabo el almuerzo. Por esta pauta de tranquilidad, el regreso es elegido por algunos en vez de la ida al considerar que es más intensa en vivencias.

El rezo del Angelus se produjo como es costumbre en el pilón existente en la raya para abrevar a los animales. Y como viene siendo habitual los últimos años, se hizo con el Simpecado de la hermandad de Cádiz, uniéndose esta vez el de Chiclana, que es de las más nuevas entre las filiales. También estuvo la asociación de Guadalcacín, que hace el camino con Cádiz. Fue, de entre todos los llevados a cabo en la romería, de los más íntimos y dirigido por el capellán jerezano de este año, que por cierto está calando entre la gente rociera por su forma de ser y por su entrega en la misión, algo que le ha hecho ganarse el respeto y el cariño de los rocieros. Incluso, como detalle, se le ha visto subido a caballo, algo que no se veía en Jerez desde que lo hacía el recordado padre Agustín.

Se llegó bastante tarde al Sopetón y pasadas las siete y media de la tarde se reemprendió la marcha para llegar al Cancelín para pasar la primera noche del regreso, un trayecto que es relativamente corto. Mañana a primera hora se iniciará la segunda jornada que finalizará en la Marismilla. Desde el lugar de la pernocta se llegará al final el Cerro del Trigo, en la cuesta de la leche, donde se parará para el almuerzo antes de enfilar el último tramo de la jornada

Será un día en el que los romeros jerezanos atravesarán los grandes arenales que se localizan en la vía pecuaria que recorren las hermandades, primero Los Ánsares y después el Trigo, parajes de gran belleza pero que suponen un castigo superarlos, sobre todo para los animales y los que van andando. Las que van por delante de Jerez abandonarán Doñana hoy mismo, siendo la de Jerez la última que dejará el Coto.

Foto y artículo de la edición deigital de Diario de Jerez.

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